17 de marzo de 2025

Alvise, el hombre que llegó del espacio interior

Luis Pérez Fernández aprovechó los retales de una democracia formada como se pudo para confeccionarse un traje de político: la ultraderecha sin mochila franquista, el desparpajo y la caradura de un demagogo de barra de bar

Xosé Manuel Pereiro

Alvise Pérez en una intervención en la Eurocámara. / Parlamento Europeo

“Ziggy Stardust es una estrella de rock extraterrestre que llegó a la Tierra antes de un desastre apocalíptico inminente para transmitir un mensaje de esperanza. Tras acumular una gran cantidad de seguidores y ser venerado como un mesías, Ziggy finalmente muere víctima de su propia fama y excesos”. En esta definición de la Wikipedia cambien “rock” por “política española” y “de esperanza” por “espeluznante” (y “muere” por algo menos trágico) y no se me ocurre mejor descripción para el personaje conocido como Alvise. Ziggy Stardust fue una creación de David Bowie que supuso el segundo gran salto adelante de la música pop después de la aparición de los Beatles, “el álter ego que cambió la música para siempre y catapultó su carrera”, según consideraron en Rolling Stone. “No me sorprendió en absoluto que ‘Ziggy Stardust’ configurase mi carrera. Empaqueté una estrella de rock de plástico totalmente creíble”, reconoció el propio creador. 

Alvise es un invento de Luis Pérez Fernández (Sevilla, 26 de febrero de 1990), un buscavidas cuyo talento desde luego no es comparable al de Bowie ni por asomo, pero tampoco hace falta ser Churchill para descollar en la política española. Alguien que aprovechó todos los retales de una democracia formada como se pudo y mal rematada para confeccionarse un traje de político: la ultraderecha sin la pesada mochila del franquismo, el desparpajo y la caradura de un demagogo de barra de bar y la falta de vergüenza y el exceso de ambición de un concursante de La Isla de las Tentaciones. Como si El Yoyas (disculpen mi nulo conocimiento de la actualidad tronista) hubiese centrado su atención en las listas electorales y no en los castings de la telebasura. Coherentemente, su pareja anterior era una miss profesional; la actual, una exparticipante en Gran Hermano

De acuerdo con su artificiosa manufactura como estrella refulgente de la política y de la polémica, de Alvise poco se sabe. Si hubiese surgido de una vaina, como en La invasión de los ladrones de cuerpos, nadie se sorprendería. De sus orígenes sólo se conoce –o se ha publicado– que es el menor de cuatro hermanos, uno de ellos guardia civil, de padre empresario y madre ama de casa, que cambiaban mucho de domicilio y por ello él también fue de colegio en colegio. Si practicaba algún deporte o era más bien de discotecas, si bético o sevillista o pasaba del fútbol también se ignora. De toda su vida anterior a su inmersión en política (su llegada al planeta Tierra) solamente ha dejado caer que se apuntó en Ciencias Políticas, en la Universidad Nacional a Distancia (“tenía que cuidar a una abuela enferma”, dijo en una ocasión, y habrá que creerlo), pero lo dejó. “Soy académicamente analfabeto”, reconoce gallardamente. 

Aunque cada uno debería tener el derecho de enmendar la plana a sus padres y llamarse como quiera, por no saber, ni se sabe de dónde se ha sacado lo de “Alvise”. Él asegura –y las informaciones periodísticas lo repiten como un hecho comprobado– que es el nombre del personaje de una novela del filósofo renacentista Agostino Nifo, y que es una variante italiana de “Luis”. Pero consultados todos los conocidos italianos a mano, ninguno acredita haber oído o leído la tal variante, y entre las obras de Nifo hay una considerable variedad de ensayos, sobre Averroes o Aristóteles, pero ninguna novela (sí se le atribuye algo de un género moderno, el plagio: en 1523 publicó De Regnandi Peritia, una versión expurgada de El príncipeque, aunque Maquiavelo escribió en 1513, sólo circuló en manuscritos hasta que fue editado póstumamente, en 1531).  

Pese a tener que cuidar de la abuela, y carecer de tiempo o ganas de seguir sus estudios en la UNED, el joven Pérez se afilió a UPyD nada menos que “como vía para acabar con el bipartidismo”. Incluso asumió responsabilidades en la organización andaluza del partido de Rosa Díez. 

Como el bipartidismo, al parecer, se resistía, a los 22 años emigró a Leeds y allí encontró un trabajo llevando redes en el Instituto Cervantes y se afilió al Partido Liberal Demócrata. Otra de las gotas de información que desliza es que fue “delegado internacional del ala juvenil del partido, Liberal Youth, y en la federación internacional” (la federación sí se llama International Federation of Liberal Youth, pero el ala juvenil se denomina Young Liberals). 

Pérez debió de heredar el carácter trashumante de sus progenitores, porque en 2017, todavía en Leeds, ya se había afiliado al nuevo proyecto de centro contra el bipartidismo, Ciudadanos. Le contrataron para ser jefe de gabinete en las Corts valencianas de otro converso, procedente también de UPyD, Toni Cantó. Los LibDems del Reino Unido son un partido tradicionalmente liberal y, por lo tanto, tienen en su seno organizaciones por la igualdad racial, por los derechos LGTBI+ e incluso por la amistad con Palestina. Es paradójico que un exmilitante reciente y “delegado internacional” suyo fuese precisamente el causante, según antiguos compañeros de partido, de que Ciudadanos rompiese el pacto por la violencia de género al que habían llegado todos los partidos en 2019, dentro de un giro a la derecha que sorprendió a no pocos correligionarios. De cualquier forma, ¿qué importancia tiene el pasado cuando te puedes construir el futuro que quieres con los detritus que tienes a mano?

Alvise Pérez tardó apenas un año (mientras Ciudadanos hacía aguas y su mentor nadaba en busca de otra isla, esta vez el PP) en coger el portante en busca de su nuevo reto: la influencia personal. Primero la televisión y después las redes sociales. E hizo un montón de nuevos amigos. Por ejemplo, el abogado hispanocolombiano Juango Ospina, prestigioso penalista colaborador en varios medios (OkDiario, El Español, Telemadrid, la tertulia de Ana Rosa…), cuya familia estuvo vinculada con el Cartel de Medellín. Ospina le introdujo en el círculo del expresidente colombiano Álvaro Uribe, otro hipervinculado, que le dio acceso a tentáculos como Atlas Network (la organización Spectra de la ultraderecha latinoamericana), Hazte Oír (la cara amable –es un decir– de la secta ultracatólica y paramilitar El Yunque)…  

Nada mejor que estos respaldos y estos ejemplos, para emprender la lucha contra la corrupción del sistema. Se hizo notar en algaradas como concentraciones de acoso a clínicas donde se practicaban abortos (¿qué fue del young liberal?), a favor del señoritismo rural y contra el PSOE en general y Pedro Sánchez en concreto. Y haciendo mucho ruido en redes. Tanto que hubo ecos judiciales en forma de condenas por mentir/calumniar/intromisión en la intimidad. Con 800.000 seguidores y políticamente soltero y sin compromiso, decidió que el camino para destruir el sistema “y construir algo nuevo y limpio desde cero” era presentarse como candidato al Europarlamento. También así –tal y como lo reconoció él mismo– quedaría a cubierto de un par de causas penales que le había abierto el Tribunal Supremo.

Además de asegurar que borrará la injusticia, el feminismo y el nacionalismo de los demás de la faz de la tierra, Alvise, ajeno a las ligaduras de este mundo, a sus pompas y a sus obras, prometió sortear su sueldo como eurodiputado (unos 8.000 euros netos, entre unas cosas y otras) entre sus fans. Después de conseguir aproximadamente un voto por seguidor, y tres escaños en Bruselas, se ratificó: “Antes me corto la yugular que cobrar un solo euro público de sueldo; no somos parásitos”. Sin embargo, un colega de la cámara que asistió con él a la charla explicativa que dan a los recién llegado a la institución recuerda su enorme curiosidad por asegurarse de si podría cotizar fuera de España, habida cuenta de los numerosos días de residencia en territorio extranjero, y el chasco que se llevó al saber que, como electo por el Reino de España, estaba sujeto por completo a su fiscalidad. 

Un somero repaso a las actas de las sesiones de la Eurocámara da fe de la pasión regeneradora de nuestro hombre en Bruselas/Estrasburgo. Por ejemplo, en la sesión celebrada en esta última ciudad el 7 de octubre de 2024, en el debate sobre “La importancia de la radiodifusión pública, el pluralismo de los medios de comunicación y el periodismo independiente para hacer frente a las noticias falsas, al populismo y a la desinformación en la Unión”, el diputado no adscrito Alvise Pérez agarra el micro y dice: “¿De verdad están ustedes criticando las redes sociales y hablando de bulos, de desinformación y de pluralismo mediático aquí en este Parlamento? ¿Acaso no se han censurado aquí en esta misma Cámara estudios científicos sobre los efectos secundarios de las vacunas con las que se hacía millonario, por cierto, el marido de la presidente de la Comisión Europea y por lo que ha sido, por cierto, recientemente imputado por corrupción? Estudios científicos –no de TikTok, de lo que algunos se han reído por ahí, sino con muestra, con diseño, con revisión por pares, transparencia de datos y replicabilidad–, ciencia pura censurada en esta Cámara y censurada en Europa meramente por motivos políticos y económicos, mientras hay miles de afectados, por ejemplo, en mi país, con trombos y con cánceres que son absolutamente ignorados”. 

Para finalizar, quizá el argumento definitivo que demuestra que Alvise es, en realidad, una especie de alien autoejecutable: según su declaración de intereses en el Europarlamento, su actividad profesional de “analista y consultor político por cuenta propia” no le supone ningún ingreso. “Sin remuneración, sólo donaciones” (eso sí, de “periodicidad mensual”). Quizá se refiera a donaciones como los 100.000 euros que le dio Álvaro Romillo, propietario de Madeira Investiments, a cambio de “futuros favores”, en una transacción cuyos términos ha descrito el propio donante: “Eres un corrupto y te lo digo yo porque te he pagado yo. Te he dado el dinero y tú me has dicho que lo necesitas para financiar tu partido, fuera del control de cuentas que obliga el Estado y me has presionado: ¿Cuánto dinero necesitas? ¿300.000? Te puedo dar 100.000 ya. Eres un corrupto de saldo, de Shein, porque por 100.000 pavos te tengo aplaudiendo”.

Para que luego digan que votar es inútil. 

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