#perfilesACO
Noviembre del año 2019. El reportero del programa de Mega El Chiringuito de Jugones Edu Aguirre recorre las inmediaciones del Santiago Bernabéu en busca de las reacciones más pasionales de los aficionados madridistas tras la remontada de su equipo contra la Real Sociedad. Una ‘caza del friki’ habitual en el programa que Vito, un voluntarioso joven de 19 años ataviado con su mejor sudadera de Hollister, interpreta como su esperado minuto de gloria. Satisfecho con su aparición en el show de Pedrerol, uno de sus referentes como aspirante a periodista deportivo, Vito no puede esperar a colgar en sus redes una instantánea del momento. Manolo, uno de sus pocos pero fieles seguidores, comenta el post: “Te vas a hacer famoso gorrión!!”. “Eso intento!! Jajaja”, responde Vito.
Un rápido repaso por su perfil de Facebook confirma la habilidad de este proactivo estudiante de periodismo para generar –y documentar– encuentros con sus ídolos del mundo de la comunicación y la política. Manu Carreño, Paco González, Manu Sánchez, Tomás Roncero, Macarena Olona, Espinosa de los Monteros, su “amigo Pablo” (Casado)… Durante su fugaz paso por la Facultad de Ciencias de la Información de la UCM, este ‘pequeño Nicolás’ del periodismo lograría armar una colección de cromos que nada tiene que envidiar a la que catapultó al estrellato a su amigo Fran. Durante esta etapa, una de esas fotos, la que inmortalizó su encuentro con el agitador ultra Javier Negre, sería la que pulsara la tecla definitiva para que el joven Vito cumpliera la profecía de Manolo.
La relación de Vito Zoppellari Quiles (Elche, 2000) con los focos y la cámara comenzó pronto. Con la mayoría de edad recién cumplida, y tras completar sus estudios de bachillerato en el exclusivo colegio del Opus Dei Fomento Aitana –o quizás no–, este hijo de empresario italiano con nombre de mafioso y apellido de alcalde franquista tenía claro que Madrid era el lugar donde cumplir todos sus sueños. Se formó, o al menos se matriculó, en el grado de Periodismo de la Universidad Complutense de Madrid; estudios que, según confirma su cuenta de X, aunque no la propia UCM, finalizó en 2023. Mucho antes de lucir en sus redes la estola de graduación, Quiles ya se había convertido en la gran estrella incipiente de la ultraderecha mediática.
“Feliz por mi estreno hoy en el Congreso de los Diputados. Un paso más para seguir dando la batalla cultural también desde las instituciones y preguntarle a los políticos lo que millones de españoles piensan y el resto de periodistas no se atreve a decir. O bien porque se han vendido a intereses gubernamentales o por miedo a que les ataquen, algo que a mí nunca me ha importado”. Han pasado menos de dos años desde aquella primera aparición televisiva de Vito en las inmediaciones del Bernabéu, un tiempo en el que su meteórica carrera bajo el cobijo de Javier Negre le ha llevado a sus 21 años a codearse con los políticos y periodistas más relevantes a nivel nacional, gracias a su acreditación para cubrir la actualidad política del Congreso para EDA TV. El camino hasta allí no siempre fue fácil.
Tras colaborar desde sus primeros años en la facultad con medios como Info Actual o 7NN, en septiembre de 2020 Quiles empieza a colaborar como reportero en prácticas con el pseudomedio liderado por el experiodista de El Mundo, una labor que compagina con su trabajo en Informa Radio, también vinculada a Negre. Pronto el talento del ilicitano comenzó a brillar con luz propia. Al calor de las protestas contra el confinamiento y el auge del movimiento conspiranoico en torno a la pandemia, Vito fue ganando popularidad en redes de la mano de la irrupción de EDA TV. La relación entre Negre y Quiles fue todo un win-win. Vito había encontrado al fin el altavoz necesario para su salto definitivo a la fama; EDA TV a su reportero perfecto: joven, atrevido, provocador, con poca experiencia y aún menos escrúpulos.
La consagración de Ferraz
Tras una primera etapa al cobijo de Negre, durante la que trató de aplicar los conocimientos que iba adquiriendo en la facultad en sus encargos como agitador en todo tipo de concentraciones feministas, ecologistas, propalestinas, etc., Quiles, ya como acreditado en un Congreso por entonces presidido por Meritxell Batet, encontró el segundo escenario para la consagración de su personaje en las protestas en Ferraz. Su labor como uno de los principales instigadores y difusores de estas protestas culminó con una detención por desobediencia y resistencia a la autoridad. Según los informes policiales, Quiles empujó a un agente e incitó a los manifestantes a romper el cordón judicial, hechos por los que fue arrestado y tuvo que pasar la noche en el calabozo. Su álbum de fotos sumaba una de las páginas más deseadas, la de su regreso a hombros a Ferraz horas después de su detención ante una multitud entregada que le recibía al grito de “¡Libertad, libertad!”.
Convertido ya en el Mandela de la causa cayetana, Quiles comenzó a estrechar vínculos con algunos de sus ídolos políticos de adolescencia, cuyos gabinetes de comunicación entendieron rápidamente el alcance y potencial mediático entre sus bases más jóvenes de este nuevo activo de la industria del bulo. Como no podía ser de otra forma, Miguel Ángel Rodríguez, jefe de gabinete de Ayuso y cazatalentos por antonomasia, no tardó en poner sus ojos en este lienzo en blanco al servicio de su programa. Unos meses más tarde, Quiles ya era un habitual en las listas de convocados de MAR.
Una de las primeras, la que reclamó los servicios del reportero de EDA TV para tratar de reventar con sus provocaciones una concentración frente a la sede del PP en Madrid reclamando la dimisión de Díaz Ayuso, le costaría una denuncia por parte de la organización feminista Libres y Combativas por humillar a una mujer con diversidad funcional, a la que grabó y subió a sus redes en un vídeo que su jefe Javier Negre reposteó con el siguiente mensaje: “Cuando digo que los votantes de Sánchez no dan para más me refiero a esto”.
Para entonces, Quiles se sabía ya con la impunidad que sólo la protección de los largos tentáculos de MAR puede garantizar. Un beneplácito de la mano derecha de Ayuso que se había ganado con su plena disposición a la causa de “su presidenta”, tal y como demostró siendo uno de los principales difusores del bulo que acusó a dos periodistas del diario El País de intentar asaltar encapuchados el domicilio de IDA. Una maniobra clásica del libro de jugadas de MAR para distraer el foco mediático ante un caso como el de la investigación por fraude fiscal de González Amador que encontró en el canal de Telegram de Quiles un altavoz no solo con mucho más alcance que muchos medios tradicionales, sino, además, según la FAPE y su Comisión de Arbitraje, exento de ser condenado por vulneración deontológica al “no constituir una actividad propia de un medio de comunicación”.
Del cielo electoral al vacío periodístico
A pesar de su corta trayectoria, Quiles ya ha dejado imágenes de las que quedan para el recuerdo. Si le preguntásemos a él, con toda seguridad se remitiría a la página de su álbum que nos lleva al 9 de junio de 2024, el día en el que tocó el cielo junto a su compañero y amigo Alvise. 800.000 votos, tres escaños y un 4,5% de los votos convirtieron esa noche a Se Acabó la Fiesta en la gran sorpresa de las elecciones europeas y la mayor irrupción de una nueva marca electoral desde el surgimiento de Podemos. “NOCHE HISTÓRICA. ¡SE OS ACABÓ LA FIESTA!”, rezaba el tuit con el que Quiles celebraba los grandes resultados de la campaña en la que ejerció como jefe de prensa de una candidatura en la que él mismo figuraba como número 57 de las listas electorales. La euforia le fue breve.
En la página siguiente, la que se escribiría tan solo un par de días más tarde, encontramos otra de sus instantáneas más icónicas. En ella, un Vito a la carrera alcanza la puerta de salida de uno de los pasillos de suelo de mármol del Congreso. ¿Qué podría llevar a un cazatestimonios nato como él a abandonar el hemiciclo antes de tiempo? La lista de motivos es corta. Uno de ellos, una orden de localización emitida en su contra por el juzgado de instrucción de Sevilla en relación a una investigación en curso por un posible delito de injurias y calumnias hacia el secretario general de FACUA. La querella, presentada en octubre de 2022, hacía referencia a los comentarios vertidos por Quiles en sus redes en los que acusaba a Rubén Sánchez de liderar una “mafia mediática de sicarios que amenazan y extorsionan”, deslizando la existencia de relaciones entre FACUA y supuestas tramas de menores abusadas y tuteladas.
Tras tres citaciones a declarar fallidas, y la imposibilidad para contactar con Quiles tanto en su domicilio como por vía telefónica, el juzgado sevillano solicitó a la Policía que investigara su paradero al suponer que el investigado intentaba “sustraerse de la acción de la justicia”. Una orden que no suponía en ningún caso su detención, pero ante la que Quiles interpretó que lo más prudente era seguir huyendo y abandonar el Congreso, lugar en el que le sorprendió la emisión de la diligencia judicial, para evitar ser abordado por los policías de la Cámara baja. Meses más tarde, a la quinta citación, Quiles decidió que era el momento de comparecer ante la jueza como investigado por injurias y calumnias para –¡sorpresa!– acogerse a su derecho a no declarar.
Aquel mismo 12 de junio, se convirtió en el protagonista de la jornada en el Congreso por otro motivo que quedará como uno de los recuerdos más dolorosos en su recién iniciado álbum: sus propios “compañeros”, la Asociación de Periodistas Parlamentarios (APP), emitía un comunicado en el que solicitaba que el Congreso le retirara la acreditación de prensa debido a su vinculación “contraria a la ética de profesión periodística” con el partido SALF. Una petición que visibilizaron meses más tarde con una fotografía poco habitual. En ella, decenas de periodistas parlamentarios de medios de distintas líneas ideológicas se concentraban ante las puertas del Congreso para “defender» su trabajo y reclamar el “clima de respeto mutuo” con el que siempre han desempeñado su profesión en el hemiciclo. Reclamación a la que la asociación Acción Contra el Odio se sumó hace varias semanas poniendo en marcha una recogida de firmas que ya supera los 50.000 apoyos.
“Al final uno no se acostumbra a no tener compañeros de trabajo. A ir a trabajar y que nadie te quiera ver, que nadie te salude. A que todo el mundo te gire la cara y nadie te dé los buenos días”, denunciaba Quiles durante una entrevista en el podcast WORLDCA$T, en la que lamentaba el precio a pagar por haberse convertido en el último mohicano del periodismo parlamentario: “Es legítimo que ellos no hagan preguntas incómodas, pero al menos que no se metan conmigo por hacerlo…”, concluía un Vito decepcionado con la profesión.
Hoy martes está previsto que se ponga en marcha una reforma del reglamento del Congreso que, a pesar del apoyo explícito a Quiles por parte de entidades como HazteOír y partidos como el PP de Madrid, podría terminar con su aventura dentro del Parlamento. Un lugar que le ha permitido vivir experiencias inolvidables. Como la del día en el que Patxi López decidió no contestar a sus preguntas por el contenido racista de sus tuits; o cuando Óscar Puente le denominó “saco de mierda” por difundir un bulo que le acusaba de acudir en coche oficial a un concierto. Además de darle la oportunidad de enemistarse para toda la vida con parlamentarios como Gabriel Rufián u Oskar Matute.
Pase lo que pase finalmente, dentro o fuera del Congreso, lo único seguro es que Quiles tiene aún un largo futuro por delante en el que seguirá siempre al filo de la actualidad, perfeccionando el manual de lo que ya podemos llamar el “método Vito”: si no hay noticia, conviértete tú en ella.